El Instituto de Oncología Ángel H. Roffo (IOAHR), primer centro especializado en el estudio, diagnóstico y tratamiento del cáncer en Latinoamérica y segundo en el mundo, celebra sus primeros 100 años de historia con el liderazgo intacto que reconfirman las 100 mil personas atendidas anualmente y sus logros en materia de investigación y docencia.
“Desde sus inicios, y a medida que fue creciendo, se convirtió en un centro de alta complejidad y de derivación a nivel nacional, dedicado a la atención multidisciplinaria de pacientes oncológicos, por tener toda la tecnología asociada para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades oncológicas”, afirmó Adalberto Rodríguez, director desde el 2012 del Área Técnica del IOAHR.
La obra emblemática de Ángel Roffo, “El Cáncer: una contribución a su estudio”, fue clave para su designación como director del instituto -que inicialmente se llamó Instituto de Medicina Experimental (IME)- a partir de la inauguración de su primer pabellón, en abril de 1922.
“La piedra fundamental del edificio se puso en 1914 en el terreno original de casi cuatro hectáreas ubicado en Villa del Parque y cedido por la Facultad de Agronomía de la UBA. Comenzó a funcionar recién en 1922 como dispensario, bajo el nombre de ‘Instituto de Medicina Experimental’. Contó con dos inauguraciones, una de la Academia Nacional de Medicina y otra de la UBA, de quien depende hasta la actualidad”, relató Roxana del Águila, directora del IOAHR.
El predio hoy incluye 13 pabellones donde se atienden por año alrededor 100.000 pacientes mayores de 16 años con diagnóstico oncológico, y se abren cerca de 190 historias clínicas mensuales. Cuenta con unos mil trabajadores entre personal médico y no médico.
“Con frecuencia, el paciente viene por una segunda opinión, derivado de otro centro o por propia iniciativa. Es evaluado por los especialistas y se define su ingreso al Instituto o se envía una nota referente a la derivación”, aclaró Rodríguez.
Dado que el Instituto está dentro de los hospitales de gestión descentralizada, los pacientes sin cobertura de obra social o prepaga se atienden a través de convenios con municipios.
Los cien años del Roffo coinciden con el siglo de los mayores avances de la medicina en toda la historia de la humanidad que el instituto acompañó en lo que se refiere a oncología.
Posee un acelerador lineal de última generación que fue el primero disponible en una institución pública y un equipo SPECT/CT, lo más avanzado en medicina nuclear, que permite un mejor seguimiento de diferentes tipos de tumores y sus metástasis, así como para la optimización de las dosis en los estudios de radioterapia.
Por otra parte, en su tradición de encontrarse a la vanguardia de la investigación, el Roffo integra un proyecto de protonterapia que utiliza haces de protones para el tratamiento de cáncer porque permite concentrar la entrega de la dosis terapéutica en el volumen tumoral, reduciendo los efectos secundarios sobre tejidos sanos.
“Es una iniciativa conjunta entre la Comisión Nacional de Energía Atómica, la Universidad de Buenos Aires, nuestro Instituto y la empresa estatal rionegrina INVAP. La protonterapia es lo último que se conoce en esta materia, estamos sumamente entusiasmados y esperamos que el Centro Argentino de Protonterapia esté inaugurado en los próximos años”, resaltó David Pereira, médico oncólogo y radioterapeuta del IOAHR.
Por otro lado, en la última década hubo cambios notables en el diagnóstico y tratamiento de la mano de la biología molecular que se evidencian en el Instituto.
“La oncología moderna se basa en la personalización de los tratamientos, con significativamente mejores perfiles de seguridad. Hasta hace relativamente poco, un cáncer de pulmón, por ejemplo, era considerado (y tratado) como una sola enfermedad, aunque hoy ya sabemos que en realidad existe un abanico amplio de subtipos a partir de las diferentes alteraciones genéticas que presentan los tumores”, indicó Pereira.
Así como las terapias dirigidas representaron la revolución de la década pasada, en la actual lo está siendo la inmunoterapia, un abordaje innovador en el que el tratamiento estimula la respuesta inmunológica.
Ángel Roffo nació en Buenos Aires el 30 de diciembre de 1881 y murió el 23 de julio de 1947, unos meses después de su alejamiento del instituto.
Fue profesor de la UBA entre 1912 y 1935; y sus teorías inéditas sobre la profilaxis del cáncer despertaron el interés general.
De hecho, fue uno de los primeros científicos en demostrar el vínculo entre los alquitranes del tabaco con la producción de tumores; y fue pionero en comprobar la relación entre el cáncer y los rayos UV.
Recibió varios galardones internacionales y estuvo muy cerca de ganar el Premio Nobel en tres oportunidades.
Cuando comenzó a trabajar en el Instituto -que aún no llevaba su nombre- fue enviado a Europa junto a su mujer, Helena Larroque, quien fue coautora de gran parte de su labor.