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Interés general

Falleció el prestigioso dramaturgo Roberto Tito Cossa

Roberto «Tito» Cossa (Buenos Aires, 30 de noviembre de 1934 – Buenos Aires, 6 de Junio de 2024) fue uno de los dramaturgos más importantes de la historia del teatro argentino. Junto a Ricardo Halac integra la «Generación del Nuevo Realismo», continuando la senda marcada por Carlos Gorostiza.

Biografía

Entre sus obras más conocidas se encuentran La NonaYepetoEl viejo criadoGris de ausenciaLos CompadritosNuestro Fin de Semana (1964) y Tute Cabrero.1

Fue uno de los promotores del Teatro Abierto.2

En 1994 recibió el Premio Konex de Platino, en reconocimiento a su impronta como el más importante escritor de Teatro de la década en Argentina.

Obtuvo el Premio Nacional de Teatro de Argentina y el Premio del Público y de la Crítica de España.

En 2007, lo eligieron presidente de la Sociedad General de Autores de la Argentina.3​ En ese año la Legislatura porteña lo declaró Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.4

Obras

.Nuestro fin de semana (1964)

Los días de Julián Bisbal (1966), Dirección de David StivelTeatro Regina

La ñata contra el libro (1966)

La pata de la sota (1967)

Tute cabrero (1968) -llevada al cine bajo dirección de Juan José Jusid

El avión negro (1970) (escrita con Germán RozenmacherCarlos Somigliana y Ricardo Talesnik)

La Nona (1976)

No hay que llorar (1979)

El viejo criado (1979)

Gris de ausencia (1981)

Tute Cabrero (1981) -se estrena como obra de teatro-

Ya nadie recuerda a Frédéric Chopin (1982)

El viento se los llevó (1983) en colaboración con Jacobo LangsnerEugenio Griffero y Francisco Anania

El tío loco (1974)

De pies y manos (1984)

Los compadritos (1985)

Yepeto (1986)

El Sur y después (1986)

Angelito (1991)

Lejos de Aquí (1993)

Viejos conocidos (1994)

Los años difíciles (1997)

Tartufo -adaptación de la obra de Molière– (1996)

Ya nadie recuerda a Frédéric Chopin (1999)

Pingüinos (2001)

Historia de varieté (2002)

Definitivamente adiós (2003)

De cirujas, putas y suicidas (2005)

Del ropero al closet

Filmografía

Intérprete

Osvaldo Bayer «La livertá» (2014) Entrevistado

Ulises, un alma desbordada (2014) Entrevistado

Soriano (1998) Entrevistado

País cerrado, teatro abierto (1989) Él mismo

Guionista

Yepeto (1999)

No habrá más penas ni olvido (1983)

El arreglo (1983)

La nona (1979)

Tute Cabrero (1968)

Los taitas (mediometraje) (1968)

Autor

Yepeto (1999)

La nona (1979)

Argumento

Tute Cabrero (1968)

Referencias

 Maristany Zúccolo, Lilian E. (1995). Roberto Cossa, observador critico de la Argentina contemporanea. Consultado el 4 de junio de 2020. «Thesis submitted in partial fullfillement of the requeriments for the degree of Master of Arts in the Faculty of Arts, under special arrangements. Simon Fraser University».

 Mascareño, Pablo (14 de mayo de 2024). «Roberto “Tito” Cossa, el dramaturgo imprescindible, cerca de cumplir 90 años: “Uno sabe que ya tiene que ir haciendo las valijas”»LA NACION. Consultado el 5 de junio de 2024.

 «Copia archivada». Archivado desde el original el 26 de marzo de 2016. Consultado el 29 de julio de 2015.

 «Roberto Cossa, ciudadano ilustre»Parlamentario. 13 de noviembre de 2007. Consultado el 5 de junio de 2024.

En una de las últimas entrevistas que concedió, Tito Cossa afirmó que “La cultura no va a morir, pero estamos pasando un momento muy feo”

El notable dramaturgo contó que ya casi no escribía teatro, salvo “cosas políticas”. Y describió la realidad argentina con brutal precisión: “cuanto más pobreza, más ignorancia”

«Si me preguntás qué pienso de este momento: es una verdadera pesadilla. Este energúmeno odia la cultura, como muchos políticos. Pone en ejecución el odio» (Fotos: Maximiliano Luna)

Autor de casi treinta obras entre las que se destacan clásicos como La nona, Gris de ausencia, Yepeto y Ya nadie recuerda a Frederic Chopin, impulsor de un fenómeno masivo durante la dictadura como fue Teatro Abierto, integrante de la Generación del Nuevo Realismo y directivo de Argentores durante décadas, Roberto “Tito” Cossa celebrará en noviembre de este año su cumpleaños número 90.

Periodista de Clarín, El Cronista Comercial, La Opinión y la agencia cubana de noticias Prensa Latina, nació en Villa del Parque y empezó a hacer teatro como actor en San Isidro. La timidez lo alejó del escenario pero no de la escena ficcional y empezó a escribir. “El teatro sirve para despertar la sensibilidad del espectador, divertirlo, seducirlo, hacerlo reír y llorar”, dice.

Cómo es su relación hoy con la escritura, la soledad, la política, el teatro joven y la muerte, parte de la conversación que mantuvo con Infobae Cultura, en donde además habló de Ya nadie recuerda a Frederic Chopin, su obra en cartelera del Teatro La Máscara de San Telmo, todos los sábados, con dirección de Norberto Gonzalo.

—¿Cómo te preparás para celebrar tus 90 años?

—En realidad no me preparo, ya estoy en los tiempos de ir hacia el largo viaje. Pero estoy bien, tranquilo. Descanso mucho. No escribo teatro ahora, aunque se me ocurren cosas sueltas. Antes, a partir de una idea, avanzaba hacia una historia. Pero ahora tengo problemas en la vista, por lo que tengo que dictar. Y no es lo mismo. Escribo cosas políticas. Si me preguntas qué pienso de este momento: es una verdadera pesadilla. Estoy muy mal, no puedo dejar de padecer lo que estamos viviendo. Tengo la expectativa de que esto termine de una vez por todas. Este energúmeno odia la cultura, como muchos políticos. Pone en ejecución el odio.

—Hace mucho tiempo que estás en la comisión directiva de Argentores. ¿Cuál es la función de este organismo?

—Argentores cobra y administra los derechos de autor en todo el país y de todas las disciplinas: teatro, cine, televisión y nuevas tecnologías. Argentores es muy importante, desarrolla una tarea social y cultural muy noble.

—¿De qué vivís?

—Vivo de la pensión del Premio Nacional, que es un salario digno. Aparte, tengo un ingreso por derechos de autor, que cada tanto ingresan. Mi esposa, Maria Elena (Armentano), tiene su pensión. Desde ese punto de vista, estamos tranquilos pero por primera vez tengo que pensar en recortar gastos.

—¿Cómo ves la situación de la cultura?

—La Argentina es como todos los pueblos: cuanto más pobreza, más ignorancia. Pero también tiene una actividad cultural, universitaria y teatral fantástica. También pasa algo, Milei lo dijo: es un foco de zurdos. Creemos que la cultura no va a morir. Pero estamos pasando un momento muy feo.

«No escribo teatro ahora, aunque se me ocurren cosas sueltas»

—¿Tenés una vida social activa?

—Reducida. No uso celular, uso el viejo teléfono de línea y el correo electrónico. Tengo una buena soledad. No salgo mucho por las dificultades óseas y porque no tengo muchas ganas.

—Siempre fuiste socialista. ¿Imaginabas a esta altura tener un presidente de derecha?

—De la patria socialista me desilusioné hace mucho. Gobiernos de derecha hemos tenido: a Menem, con dos mandatos. Lo que pensé es que después de los Kirchner íbamos a pasar a gobiernos progresistas. Pero la gente dijo que no. Vino Macri y después todos sabemos lo que pasó. Lo que nunca creí es que íbamos a llegar a tener tanta derecha.

—¿Qué crees que le ha dado el peronismo a la Argentina?

—Para bien, le dio la presencia económica, social, cultural a la clase obrera. Es mucho. Cuando lo echaron a Perón, yo tenía 21 años y era antiperonista. Lo criticable de Perón fue su culto desaforado a la personalidad. Le puso su nombre a Chaco y Evita a La Pampa. No era necesario. No se puede hablar de dictadura, pero había que cuidarse. Había presos políticos opositores. Se hacía silencio ante gente desconocida. No se podía hablar mal de Perón.

«La Argentina es como todos los pueblos: cuanto más pobreza, más ignorancia»

—¿Qué te parece el teatro nuevo, el que se está haciendo en los últimos años?

—Es un teatro notable. El teatro independiente de Buenos Aires es un fenómeno cultural único. Se dice que hay tres ciudades con mucho teatro: Londres, Nueva York y Buenos Aires. Las otras dos son muy turísticas y están mejor económicamente. Lo de acá es un fenómeno. Que haya 300 espectáculos en un año, tantas salas funcionando, tanto público. He visto poco últimamente, pero lo que vi es de muy buen nivel y calidad profesional. Es un teatro diferente porque no hay un autor tan literario. Hay otras maneras de hacer teatro, mucho humor, unipersonales, todo de muy buena calidad.

—¿Qué le estás legando a las nuevas generaciones?

—Le dejo un hecho vivo, que tiene continuidad porque el teatro es interminable. Los jóvenes actores que están soñando con el teatro van a tener espacio cuando se esfume esta pesadilla.

—Se está dando tu obra Ya nadie recuerda a Frederic Chopin. ¿Te enorgullece?

—Eso no depende solo de la obra, es también la puesta lo que le atrae al público. Vi una función y es un buen espectáculo, una pieza que 40 años después de escrita vuelve a interesar y me alegra mucho que luego de las funciones se hagan debates.

Este sábado, luego de la función de “Ya nadie recuerda a Frederic Chopin” habrá debate con la presencia de Ricardo Forster

—¿Cómo te llevás con tu producción?

—No detesto ni quiero totalmente ninguna obra mía. A la que estoy más agradecido es a La nona, se hizo en casi todo el mundo, me dio de comer por mucho tiempo y tendría que hacerle un reconocimiento especial, por razones materiales.

—¿Pensás en la muerte?

—La muerte es inevitable. Soy ateo y para mí la muerte es la nada infinita. Uno lo va aceptando. En mi caso, llevé una buena vida, pero se termina y no hay otro remedio.

—¿Qué extrañás del pasado?

—Tantas cosas: personales, familiares, sociales… y algunas que prefiero olvidar.

—Si tuvieras la posibilidad de cambiar algo de tu vida, ¿qué modificarías?

—Nada.

Ya nadie recuerda a Frederic Chopin tiene funciones todos los sábados a las 18 hs. en el Teatro La Máscara (Piedras 736, CABA). Luego de la función del sábado 12, habrá charla debate moderada por Ricardo Forster.

Fuente: Laura Haimovichi, Infobae. [Fotos: Maximiliano Luna].

OTRA NOTA A ROBERTO TITO COSSA DIGNA DE RECORDAR:

Roberto “Tito” Cossa, el dramaturgo imprescindible, cerca de cumplir 90 años: “Uno sabe que ya tiene que ir haciendo las valijas”

Aunque ya no escribe ficción dramatúrgica, Roberto «Tito» Cossa no abandonó sus tareas en Argentores, donde impulsa actividades en el área de Cultura de la entidad

Pipa, teclado y pantalla, un escritorio abarrotado y una foto de Carlos Gardel. Por la ventana se ven las copas de los árboles que le otorgan una atmósfera natural al primer piso ubicado en el corazón de Barrio Norte; un refugio.

Es el escondrijo de este prócer, que pronto cumplirá 90 años y es uno de los autores esenciales, necesarios, del teatro nacionalNuestro fin de semanaLa nona, YepetoGris de ausenciaEl viejo criadoTute cabrero, Los compadritos y tantos títulos más llevan su firma. Clásicos que transformaron la escena local y que trascendieron fronteras para ser representados en buena parte del mundo. Allí está él. Roberto Cossa“Tito”. El enorme dramaturgo integrante de esa generación amparada bajo el “nuevo realismo” que emergió a fines de la década del sesenta y se consolidó en la siguiente.

“Dos veces por semana viene una chica a leerme”, confiesa con su identitaria voz cascada y resignación, ante ese nuevo contexto que lejos está de escindirlo del aquí y ahora. Si la vista falla, el oído se mantiene siempre alerta con la radio encendida irradiando actualidad, “aunque ya no escribo”, reconoce. Su vasta obra habla por él. “Salgo una vez por semana para ir a Argentores o para las consultas con los médicos”, se entusiasma con lo primero y se encoge de hombros ante lo segundo.

Como un principiante, se muestra feliz ante la actual reposición de su pieza Ya nadie recuerda a Frédéric Chopin que se da los sábados en el Teatro La Máscara, con dirección de Norberto Gonzalo y un elenco integrado por Stella MatuteAmancay EspíndolaClaudio PazosDaniel DibiaseLeonardo Odierna y Brenda Fabregat, todos nombres de muy probada trayectoria. “Es una buena versión”, reconoce.

-A esta altura de su vida, ¿cómo afronta un estreno? ¿Es distinto a lo que le sucedía cuando ofreció Los días de Julián Bisbal o La ñata contra el libro, algunos de sus primeros materiales?

-Hay algo que no es tan distinto, pero el mérito que siga viva una obra que escribí hace cuarenta años es de los actores y el director, porque no hay material, por mejor que sea, que resista una mala puesta. Me reconforta lo que está pasando, porque parece que el público, desde el punto de vista ideológico, la recibe como algo actual.

La memoria, sus límites y la poderosa irrupción de la fantasía. Vivos y muertos en el repaso de un ayer. Un universo posible con los aromas barriales de Villa del Parque para transitar recuerdos y reconstrucciones; tal el marco de Ya nadie recuerda a Frédéric Chopin, un material inoxidable, siempre vigente, como la pluma de su poeta. “La obra habla del fracaso de la utopía socialista”.

El texto lo estrenó el director Rubens Correa en el Teatro Planeta, en 1982, y, en 1998 se ofreció una versión en el Teatro Nacional Cervantes dirigida por Omar Grasso, con un elenco integrado por Roberto CarnaghiDarío GrandinettiJuana HidalgoMaría IbarretaEmilia Mazer y Pepe Novoa. Entre tanto, infinidad de compañías de teatro independiente han montado sus adaptaciones. “Está de vuelta; es gratificante porque la obra está viva, eso es bueno para uno”.

-¿Sigue escribiendo?

-Más que nada colaboro con editoriales políticas. Aparecen situaciones para la ficción, pero no estoy escribiendo teatro.

Su tiempo

Causalidades del destino, Roberto “Tito” Cossa celebra su cumpleaños el 30 de noviembre, coincidentemente con el Día Nacional del Teatro y el Día del Teatro Independiente. “Además, mi hijo Mariano, que también se dedica a esto, nació un 27 de marzo, Día Internacional del Teatro, estamos condenados”, redobla la apuesta el dramaturgo.

-¿Cómo espera sus 90 años? ¿Cómo vive este tiempo que le toca transitar?

-Se vive sabiendo que ya se pagó el último peaje.

-Una buena imagen para una obra suya.

-Vaya a saber qué queda todavía, pero uno sabe que ya tiene que ir haciendo las valijas. Estoy muy tranquilo, asistido por María, mi mujer; es notable como me ordena la vida. A esta altura del partido, uno repasa mucho su vida. ¿Quién no? Errores, aciertos, los buenos y malos momentos, la gente que lo rodeó.

Por la mañana toma su consabido café con leche, pero a la hora de la merienda, nada de liviandades: un buen whisky acompaña la escucha de radio. “Me crié con la radio, cuando era jovencito no había televisión, así que la radio y el cine eran incondicionales”.

Se lamenta, ya no solo por sus dificultades de visión, sino también por alguna molestia en su movilidad y lanza otra de esas reflexiones que abren todo un universo de pensamiento existencialista: “Si, cuando yo era joven, alguien me hubiese dicho que mi vida iba a terminar así de encerrada, creo que hubiese dicho que prefería suicidarme, pero, vos sabés que uno se resigna. No escucho la radio porque no tengo otra cosa que hacer, sino porque me gusta, lo paso y estoy muy bien, a pesar de mis achaques”.

Roberto Cossa en su universo personal, rodeado por las pinturas de su esposa y los objetos que reconstruyen su vidaFabian Marelli

-Con casi 90 años, ¿cómo da el debe y haber de la vida? ¿El balance es positivo?

-Sí, no tengo ningún arrepentimiento. Mi único arrepentimiento es no haber sido actor. Hice pequeños papeles, interpreté al viejo de En familia, de Florencio Sánchez.

-¿Por qué no siguió?

-Por timidez o miedo.

-Fue su primera vocación.

-Es que el teatro es eso, el teatro es el actor, los demás comemos en la cocina. Cuando uno escribe, es un proyecto para que otros lo lleven a la actuación en el escenario. Por eso es impactante ver cómo el teatro moderno ha aplastado al autor. En algún momento estaban Bertolt BrechtTennessee WilliamsArthur MillerEugene O´Neill, eso se acabó. Ahora el autor pasa a ser un integrante más del espectáculo.

-¿Para tanto?

-Ya no tiene el énfasis de antes cuando, en el día del estreno, la figura era el autor, pero tenemos una ventaja que es la reposición. Una novela buena, una vez que pasó su tiempo, ¿quién vuelve a releerla? En cambio, las obras de teatro vuelven, aunque puedan ser hechas de otras maneras. ¿Quién lee el Quijote? En cambio, hay cientos de versiones de obras de William Shakespeare en cartel, aunque, quizás él putearía con alguna de ellas.

-Ante la reposición de una obra suya, ¿qué no le perdona a un director?

No le perdono que me cambie el estilo. Tampoco me gusta, aunque lo hacen con buena intención, cuando hay agregados que tergiversan o rompen el orden del cuento. Por eso, prefiero no ver las reposiciones. Por otra parte, mi recuerdo siempre estará en la versión del estreno. Para mí, la Nona será siempre Ulises Dumont. En París la hizo un actor ternado al Moliere, estaba muy bien, pero medía 1.80, no era la ratita chiquita que deambula por la casa.

-¿Cómo y por qué nació su vocación por la escritura?

-Un poco ante la falta de la actuación y por la necesidad de contar una historia. Evidentemente tenía una inclinación por el teatro.

-En la escuela primaria ya demostraba su aptitud para la escritura, pero lo terminaron echando.

-Así fue, por culpa de Chopin.

-Es que usted entreveró a Chopin con Juan Domingo Perón.

-Es que el 17 de octubre murió Chopin y asocié eso con el significado de la fecha para el peronismo. Era la época de Perón y me terminaron echando de la escuela. La verdad es que era muy tonto lo que escribí, una porquería. Yo se la había entregado a la profesora de música, ella fue quien se lo llevó al rector y el rector hizo lo suyo.

-En esta etapa de la vida, ¿cómo se mira el futuro?

Quiero volver al siglo XX.

-¿Sí?

-Sí, las nuevas tecnologías me superaron, no me adapté, es un gran problema mío. Sólo se utilizar la computadora y el correo electrónico. Con la música, sigo tanguero y me gusta la clásica, no entro en este siglo, no hay caso. Además, me produce mucho miedo la inteligencia artificial. Me quedo con la radio y el teatro.

Roberto Cossa y su hijo Mariano, también inmerso en el mundo del teatro y con quien escribió algunos textosHernan Zenteno – La Nacion

A cuatro manos

Cossa se lamenta por su limitación visual, lo cual lo alejó de su rol de espectador, aunque está muy al tanto de fenómenos actuales como el que generaron las dramaturgas María y Paula Marull con su pieza Lo que el río hace. “Me hablaron mucho de esa obra”. Y traza una similitud con sus propias experiencias escribiendo a “cuatro manos”, como cuando compartió pluma con Ricardo HalacCarlos Somigliana o Mauricio Kartun.

-Es complejo crear texto de a dos, ¿o no tanto?

-Si hay acuerdos no es complejo, el problema es el estilo, pero no es tan difícil. Hay mucho teatro escrito así.

-Pensando en cuestiones de estilo, hace muchos años, siendo ellos muy jóvenes, los dramaturgos Jorge Leyes, Ignacio Apolo, Rafael Spregelburd y Javier Daulte, entre otros, se rebelaron ante los modos de su generación. Ese “enfrentamiento” los llevó a crear el grupo Caraja-jí. ¿Cómo recuerda aquello?

-Fue un mal manejo, ciertas torpezas. Con Bernardo Carey teníamos a cargo ese grupo para hacer una obra en el Teatro San Martín, pero no salió nada y ellos se enojaron, algo típico de lucha de generaciones. De todos modos, terminó todo bien, con Daulte tengo una excelente relación y con Spregelburd, a quien me cruzaba en Argentores, tampoco hay ningún problema.

-¿Cómo fue su paso de siete años como presidente de Argentores?

-Muy bien. En primer lugar, todo fue normal, no hubo ni auditorias ni protestas. Veníamos de un antecedente turbulento y el primero que lo calmó fue (Alberto) Migré. Cuando él ingresó se comenzó a ordenar la entidad, que estaba hecha una calamidad, y yo seguí esa línea de coherencia, tranquilidad y austeridad.

Roberto Cossa y la directora y actriz Nora Massi en ArgentoresMaxi Amena – LA NACION

Forma parte de la Comisión de Cultura de Argentores y muy atento a lo que se organiza en ese plano, se entusiasma contando que “estamos organizando un ciclo de nuevas tecnologías para los autores jóvenes”.

Teatro y realidades

Roberto “Tito” Cossa fue uno de los dramaturgos que, en 1981, motorizó Teatro Abierto, aquella iniciativa que buscaba visibilizar, en tiempos de la dictadura, a la dramaturgia argentina. Gris de ausencia fue el primer texto que estrenó en ese contexto.

Alguna vez, el dramaturgo reconoció que la bomba que estalló a la semana del debut y destruyó el Teatro Picadero, donde se realizaba el ciclo, convirtió a sus hacedores en mártires. “Si no hubiese sucedido lo de la bomba, quizás pasaba más inadvertido, aunque, desde el primer ensayo con público la sala se llenó, había una necesidad notable, se habían vendido más de 8000 abonos. Tocamos una vena que la gente que iba al teatro estaba precisando. Sin embargo, en el teatro, aún ante un éxito, cuando algo se termina se transforma en un recuerdo, pero, como nos pusieron una bomba, todo cobró otra dimensión”.

-Es muy loable que Carlos Rottemberg y Guillermo Bredeston, en ese momento al frente del Tabarís, les ofrecieran llevar el ciclo a ese espacio de la Calle Corrientes vinculado a la picaresca y el teatro de revista.

-Lo apreció mucho a Rottemberg, es un empresario de obras comerciales, pero siempre ha sido muy coherente, generoso y solidario. Se ofrecieron varias salas para que lleváramos Teatro Abierto, la mayoría eran espacios independientes, pero Rottemberg se jugó.

-Fue interesante la trascendencia de hacerlo en pleno Centro porteño.

-Las filas arrancaban en el Tabarís, sobre la calle Corrientes, y terminaban en Lavalle. Fue una vidriera enorme.

La fila de público para ingresar al Tabaris y presenciar una de las funciones de Teatro Abierto; por la noche, la sala continuaba ofreciendo un espectáculo revisteril con Jorge CoronaJulie Weisz

-A pesar de la profunda crisis económica que atraviesa hoy el país, las salas de teatro, en general, ya sean del circuito empresarial, oficial o independiente, realizan funciones con una notable afluencia de espectadores.

-Es un fenómeno.

-¿A qué lo atribuye?

-Nuestro teatro independiente es un fenómeno mundial. Después de Londres y Nueva York, en términos teatrales, sigue Buenos Aires, donde se producen300 estrenos por año y el 80 por ciento se hace en salas pequeñas. Donde hay un garaje, se levanta un teatro. Es curioso, porque, ante una crisis económica, lo primero que la gente ajusta son sus salidas, el entretenimiento y el teatro, pero me dicen que las salas están llenas.

Lúcido y consciente de su presente, Roberto «Tito» Cossa se siente respetado por sus paresFabian Marelli

-¿Qué rol cumple el espectador?

-Es a quien uno se dirige. Es quien santifica o descalifica lo que uno hace.

-Usted mencionaba a nombres trascendentes de la dramaturgia universal, como O’Neill o Williams. ¿Es consciente de lo que su pluma significa para nuestro teatro y para la cultura nacional?

-Hasta cierto punto. Sé que la gente de teatro me respeta. Quizás, dentro de unos años, se sigan haciendo mis obras, ese sería mi mayor deseo.

Fuente: Pablo Mascareño, La Nación.

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