El regreso del Palais de Glace a su edificio histórico en el barrio porteño de Recoleta, en el 2024, así como la continuidad de las políticas antirracistas, la ampliación de su colección, la revisión del destino de las obras y la concepción del Salón Nacional en tanto continuidad histórica constituyen los desafíos futuros para la institución, según su directora, Federica Baeza.
Las obras en el edificio de arquitectura circular, que fue una pista de patinaje a principios del siglo pasado, están avanzando desde la gestión de los ministerios de Obras Públicas y Cultura que “pudieron destrabar la compleja situación que la gestión anterior nos había dejado en relación al edificio”, dice la directora a meses de finalizar su gestión.
La idea es que una vez finalizadas las obras, las actividades regresen al Palacio Nacional de las Artes en 2024 y que el Salón se encuentre “con su sitio histórico, su casa, su modo de ser expuesto, con su tradición, en ese lugar de la ciudad, desde donde mostrar la escena diversa, amplia y federal de nuestro país”, manifiesta Baeza.
Asimismo, destaca como central “seguir pensando políticas antirracistas, la inclusión de más comunidades de distintas escenas culturales del país” y aboga para “que las memorias de los pueblos de la Argentina estén cristalizadas en nuestra colección”.
Un ejemplo de esto es la artista textil wichi Claudia Alarcón, quien con su obra el año pasado obtuvo un premio en el Salón, el primero como representante de una comunidad indígena.
Otro punto relevante es la continuidad de la política de género, y para ello “la colección del Palais, tiene que ser un ejemplo de diversidad”, indica Baeza.
“Tenemos que esperar que la próxima gestión independientemente del signo político que sea continúe con los cupos de género, con la política del 8M, que enriquece nuestra colección”, señala.
Entre las consideraciones propone “volver a pensar el destino de las obras que se obtienen con el Premio Nacional a la trayectoria artística” dado que dentro de las obligaciones de la institución está la conservación integral de las obras “que da cuenta de cómo ha sido la escena, los cambios, las discusiones que se han producido en 100 años”.
“Espero que el Museo Nacional de Bellas Artes en su próxima gestión entienda que la vía no es la concentración y la centralización de los patrimonios, sino al contrario, un mayor equilibrio entre el sistema de los museos nacionales y que el Palais de Glace vuelva a tener esas obras en su colección, porque el Premio Nacional Trayectoria responde a lo que fue el premio de la Presidencia de la Nación, y es un punto que hay que volver a discutir”, sostiene Baeza sobre las obras que pasan a integrar el vasto patrimonio del Bellas Artes.
Otro aspecto para seguir trabajando está referida a la nueva categoría “espacio no disciplinario” del Salón y “el desafío es profundizar un trabajo que no sólo tenga en cuenta el objeto patrimoniable sino también reconocer y estimular las prácticas artísticas que no necesariamente tienen como resultante la producción de un objeto físico”.
En este sentido, se refiere a “los procesos de trabajos artísticos con diversas comunidades y en educación artística, así como proyectos que estimulan la articulación entre lo estético y las tramas comunitarias y sociales”, señala.