Aníbal Troilo, figura indiscutible de la música argentina, es el centro de tres libros recientemente editados, que tendrán su presentación mañana a las 19 en la Academia Nacional del Tango para celebrar el Día del Bandoneón.
Desde el 2005 y en reconocimiento al nacimiento del gran bandoneonista, compositor y director de orquesta Aníbal “Pichuco” “Troilo (1914-1975), el 11 de julio se festeja en la Argentina el día de este instrumento conocido por ser determinante en el sonido del tango.
Si bien en el país el bandoneón -instrumento de viento que tuvo sus orígenes en Alemania- influyó en la zamba, el chamamé y la chacarera y otros estilos de la música popular de raíz, en pocos su rol fue tan importante como en el tango.
Dentro de la música de Buenos Aires, el bandoneón es conocido de la mano de grandes músicos, entre los que se destaca Aníbal Troilo; cuya relevancia para el tango y la cultura fue tal que el Día del bandoneón en la Argentina se celebra en homenaje a su nacimiento. A la vez, este día funciona como distinción a todas las personas que dedicaron y dedican su vida a la ejecución de este particular instrumento.
Mañana en la entidad ubicada en avenida de Mayo 833 (primer piso) se presentarán los libros “Troilo. Una teoría del todo”, de Miguel Ángel Taboada y Mariano Suárez (editado por Mil Campanas); “Siempre estoy llegando”, de Javier Cohen y Fernando Vicente (libros del Zorzal); y “Troilo y sus cantores”, de José Valle y Gabriela Biondo (En un Feca).
El encuentro será coordinado por Francisco Torné, nieto de Zita Troilo (mujer y gran amor de Aníbal) y contará con la bandoneonista Ayelén Pais, que tocará el fueye de Pichuco, y el pianista Cristian Asato.
La presentación incluirá al último libro publicado sobre el músico, “Troilo. Una teoría del todo”, editado en abril y que cuenta con prólogos del bandoneonista salteño Dino Saluzzi, el periodista Santiago Giordano y la pianista Leda Torres.
En esta publicación, los autores cuentan como la niñez de “Pichuco” coincidió con la transformación del tango y como cuando tuvo edad para acercarse al oficio (a los 11 años) el tango era una música en plena ebullición.
Consultado sobre el trabajo para profundizar en diferentes aspectos de la vida del músico, que van desde su talento y su formación –casi autodidacta-, hasta su aporte al tango desde el bandoneón, Taboada dijo en una entrevista con Télam: “Es un músico que fue evolucionando desde 1937 hasta los principios de los años 70. Que nace con una orquesta todavía asociada al baile y avanza hacia una orquesta para ser escuchada, que sigue la línea ‘decareana’ pero que la transforma, con su oído, con su buen gusto, con un estilo que habilitaba arreglos como los de Argentino Galván o Astor Piazzolla. Se convirtió en poco tiempo en el canon del tango, que logra presentarse como una síntesis de todo lo que lo precedió y el espejo en el cual mirarse para los que vinieron después”.
Y acotó: “Incluimos unas generosas palabras preliminares de Dino Saluzzi, que no es justamente un bandoneonista tradicional de tango, y eso simboliza en dónde nos ubicamos en relación con los lugares comunes y los emblemas propios de las narrativas sobre Troilo”.
Troilo compuso la música de tangos como “Garúa”, que lleva letra de Enrique Cadícamo; “Desencuentro”, que compuso junto a Cátulo Castillo; “Mi tango triste”, junto a Enrique Santos Discépolo y “Sur”, que creó en dupla con a su gran amigo Homero Manzi, a quien tras su muerte creó en su homenaje “Responso”.
También formó una dupla inolvidable junto al cantor Roberto Goyeneche con quien formó una amistad.
Nacido en el barrio el bario porteño de Almagro, Troilo fue un músico intuitivo que fue evolucionando hasta convertirse en una figura de referencia y un clásico eterno del tango.
Los propulsores de la ley, sancionada el 18 de mayo de 2005, fueron Francisco Torné, y el poeta Horacio Ferrer, amigo del músico y creador y primer presidente de la Academia Nacional del Tango.